jueves, 28 de julio de 2011

Calentología, nubes misteriosas y un tal Henrik Svensmark

Ahora que según las previsiones de la ciencia oficial debería estar apretando la canícula de un verano inusualmente caluroso y sin embargo padecemos el mes de julio más frío y lluvioso de los últimos 50 años, tal vez la Agencia Estatal de Meteorología opte por seguir el ejemplo de su homóloga británica -el MetOffice- y deje de hacer previsiones meteorológicas a medio y corto plazo (la pifia ha sido a un mes vista), suponiendo correctamente que si éstas fallan de forma reiterada, perderán credibilidad aquellas que, a largo plazo y basadas en los mismos modelos, nos auguran el catastrófico calentamiento global que nos merecemos por el pecado de emitir grandes cantidades de CO2 a la atmósfera. Además con predicciones a cincuenta o cien años se evitan convenientemente el riesgo de estar aquí para ser desmentidos en caso de que tampoco acierten.

Henrik Svensmark
También ahora, cuando las nubes que arrastra el frío viento del Norte hacen maldecir a los bañistas por haber reciclado compulsivamente durante todo el invierno o por haberse comprado un Prius, me acuerdo de Henrik Svensmark, un brillante físico danés, maltratado con métodos inquisitoriales por la nomenclatura del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) -y en general por toda la ciencia climatológica oficial y subvencionada- durante los últimos quince años. El pecado que convirtió a Svensmark en hereje y le condenó a la hoguera del ostracismo y la pertinaz denegación de fondos  fue un estudio que cuestiona el efecto de los gases de invernadero sobre el clima y demuestra una correlación mucho más estrecha de los cambios climáticos con los efectos de los rayos cósmicos y el viento solar en la formación de nubes. Básicamente sostiene que la radiación de partículas cósmicas que atraviesa el sistema solar es la que ioniza la atmósfera y promueve la generación de nubes mientras la radiación solar actúa en sentido opuesto por la interferencia con aquellas. A mayor actividad solar habrá menos nubes y más calentamiento y a mayor radiación cósmica lo contrario. Dicho de otro modo, es la cantidad de nubes la que determina el clima y no al revés.
Después de años de lucha y, con los modestos recursos que puso a su disposición el Centro Espacial Nacional Danés, desarrolló un experimento a pequeña escala con el que demostraba cómo los rayos cósmicos producían en laboratorio precursores o semillas de nubes. Lejos de obtener reconocimiento y apoyo económico por sus hallazgos, Svensmark ha padecido desde entonces la crítica feroz y la persecución (amenazas a las revistas científicas que publiquen sus artículos) por parte de una ciencia oficial del clima, de fuerte posicionamiento político y que admite cada vez menos discusión o debate, la que algunos llaman secta de la Calentología. Todo ello aparece estupendamente retratado en el documental El misterio de las nubes (2007), emitido en España por el canal Odisea, disponible en YouTube y cuya visión recomiendo.

Pues bien, después de todo este tiempo y gracias al denodado apoyo de algunos físicos como Nir Shaviv y Jasper Kirbii o el periodista Nigel Calder, el Centro Europeo de Investigación Nuclear (CERN) ha llevado a cabo el proyecto CLOUD, un diseño a gran escala del estudio de Svensmark, cuyos resultados están a punto de publicarse y pueden poner, antes o después, patas arriba la teoría del calentamiento global antropogénico. De momento el director del CERN, en un comunicado insólito, ha prohibido a sus científicos que publiquen junto con los datos sus interpretaciones dada "la muy politizada arena del debate del cambio climático", lo que parece todo un indicio a favor de las tesis de Svensmark. Algunas filtraciones previas de los datos obtenidos apuntan en la misma dirección. Aunque por muy acertado que esté, no dudo de que el IPCC y todos los resortes de poder que manejan, le declararán la guerra.

Quienes me conocen saben que soy desde hace bastantes años un declarado escéptico respecto a la teoría del calentamiento global causado por el hombre y al supuesto consenso científico (claramente inexistente) sobre la cuestión. Es más, me parece tan acientífico como la imposición de cualquier dogma. Por lo mismo tampoco abrazo con ninguna fe cualquier teoría alternativa. Pero tendría gracia que a la postre el amigo Svensmark tuviera razón y el calentamiento o enfriamiento globales se deban fundamentalmente a causas tan naturales como incontrolables y que la rampante Calentología se convierta en un carísimo fiasco y en uno de los mayores ridículos científicos de la Historia.