lunes, 14 de noviembre de 2022

Cuentos de las mil y una cumbres

Sharm el-Sheij

 Tres de noviembre. El sol poniente recorta las siluetas de los exclusivos hoteles sobre la costa de la ciudad balneario de Sharm el-Sheij. Bajo las aguas, un santuario ecológico de vida marina al que se puede acceder desde muchas de las playas privadas de los resorts. Nada más apropiado para lo que concierne a los muchos visitantes que desde hoy llenan la ciudad. A esta hora los poco más de cien miembros de la delegación española deshacen sus equipajes en las habitaciones del Jolie Ville Resort para los cinco días siguientes. Algo caras, entre 1.280 y 1.424 euros por noche cada una, pero cualquier sacrificio es poco por salvar a la Humanidad de una catástrofe inminente. Además es una delegación modesta, el Presidente, seis ministros, dos decenas de Secretarios de Estado, los Departamentos de Protocolo y Seguridad, el Gabinete completo de Comunicación, representantes de la AEMET y unos diez estudiantes comprometidos con el activismo climático invitados mediante un equitativo concurso. Una representación perfectamente disoluble entre los más de 30.000 delegados de casi todos los países que acuden a esta decisiva Cumbre del Clima. Cuatrocientos jets privados o estatales y otros tantos vuelos comerciales han acercado al Mar Rojo a los encargados de advertirnos del drama que representan nuestras desaforadas emisiones de carbono a la atmosfera. Ni los países más subdesarrollados han escatimado un céntimo en hacerse notar en las calles donde la plácida brisa del mar refresca las suaves tardes del otoño.

Jolie Ville Resort

  Y podrían ser más. No hay que dar demasiada importancia a las ausencias de tres de los cuatro países que generan mayores cantidades de CO2: China (el primero), India (el tercero) y Rusia (cuarto). Solo entre ellos producen más del 40% de los gases de efecto invernadero en el mundo, pero es indudable el compromiso del líder chino Xi Jin Ping, promotor de la Agenda 2030 en el Foro de Davos, de seguir aumentando la quema de combustibles fósiles solo hasta ese año, mientras Occidente reduce drásticamente sus emisiones. Y en 2030 veremos. A cambio nos ayuda fabricando con energía barata todos los componentes que necesitamos para aerogeneradores y células fotovoltaicas y asume todas las industrias electrointensivas que los precios de la energía hacen inviables en los países occidentales.

  Como en tantas otras cumbres, los activistas que integran los gabinetes de prensa de los muchos departamentos de la ONU que se dedican al asunto del clima, excitan desde días antes de la COP27 la atención de los medios de comunicación mundiales con informaciones destinadas a concienciar a la población de lo importantes que son estas reuniones. Como el tono alarmista de anteriores comunicaciones no parece haber surtido el efecto esperado -debido a problemas menores como pandemias o guerras-, se ha optado por incrementar la escalada hasta lo espeluznante. Se informa de que:

- Indonesia y Egipto se ven obligadas a trasladar sus capitales por culpa del cambio climático. Es tan burdo que solo hace falta leer la noticia debajo del titular. Realmente Yakarta se hunde bajo el nivel del mar no porque éste haya subido, sino porque su crecimiento desmedido ha llevado a esquilmar los acuíferos del subsuelo provocando el hundimiento del terreno. El Cairo sobrepasa los diez millones de habitantes. La construcción inadecuada para ese clima y la masificación la hacen tan invivible que las Autoridades han empezado a construir al Este de El Cairo un oasis tranquilo, limpio y sostenible al que trasladarán el Gobierno, los funcionarios y una pequeña élite, a costa de los impuestos de los que jamás podrán permitirse vivir allí y con la generosa contribución en forma de compensaciones de los países occidentales cuyos delegados se golpean el pecho en las playas del Sinaí mientras piden austeridad energética a sus ciudadanos de cara al invierno.

El nuevo aumento del CO₂ aleja más al mundo de la meta de un calentamiento de 1,5 grados. Las temperaturas han subido 1.15 º C. desde la era preindustrial y la mitad ha sido durante los últimos 30 años. Esto no es para asustarse, esto es para celebrarlo, la meta de los Acuerdos de París era de 2ºC. ¿De repente hemos rebajado medio grado? Ya ni hablo de tiempos recientes en los que se aseguraban hasta 6 grados de aumento en un siglo. Para más alborozo, pensemos que el primer informe del IPCC de 1990 pronosticaba un calentamiento sostenido de 0,34º por década, es decir, el calentamiento ha sido más o menos la mitad del predicho entonces. Además de reconfortante es sorprendente porque los niveles de CO2 en la atmósfera (medición objetiva que se toma anualmente en Mauna Loa y se expresa en partes por millón), son sensiblemente superiores a los predichos por aquel informe. Ojo, todos estos datos que cito son oficiales del IPCC y de la Organización Meteorológica Mundial y pueden comprobarse en los enlaces que dejo. También según esos datos, la pronosticada subida del nivel del mar de 20 cm. en estos últimos treinta años se ha quedado en unos modestos 7,5 cm.  Solo con esto, que desmiente claramente que el odioso calentamiento se intensifique o acelere, los climatólogos, activistas, políticos y demás fauna presente en la cumbre, deberían estar entregándose al desenfreno en los playa club de Sharm el-Sheij en lugar de acongojarnos con nuestro futuro. Me malicio de que quizá lo segundo sea necesario para lo primero.. 

Y eso que nos podrían facilitar datos mucho más optimistas, que también los tienen. El conocido efecto de isla de calor de las ciudades, por el que la urbanización creciente, el aumento de hormigón y asfalto, los aires acondicionados o la polución desvirtúan al alza los registros de temperatura de las estaciones meteorológicas, hace que no sea fácil estimar las temperaturas globales de superficie de forma objetiva y que siempre resulte sospechoso quien priorice los registros urbanos sobre los rurales o al revés. Toda la superficie urbanizada del mundo no representa más del 7% de la del planeta, por lo que el efecto global tampoco es mucho. Son más objetivas las mediciones atmosféricas con globos sonda y mucho más aún las que desde los años 70 se realizan a través de satélites. El calentamiento registrado por estas vías es un 30% inferior al de superficie. Para que se entienda mejor dejo aquí debajo una sencilla grafica donde las líneas de colores son todos los modelos predictivos que usa el IPCC, la línea roja es la media de todos ellos y los circulitos y cuadraditos son las temperaturas reales medidas por globos sonda y satélites.


  Y no voy a entrar en consideraciones epistemológicas como la diferencia entre una proyección de un modelo, un pronóstico, una predicción y una profecía, aunque en las cumbres climáticas el objeto es convertir la peor de las proyecciones en profecía irrefutable. Lo contrario de la ciencia, que diría Popper. Me bastará con opinar que el fenómeno del clima es tan complejo y caótico, en el que influyen en una medida que desconocemos muchos más factores que los gases de efecto invernadero, que es tan probable que un climatólogo prediga acertadamente el clima de los próximos veinte años como que un economista prediga correctamente el valor del Bitcoin dentro de otros tantos. Igual es cosa de astrólogos. O de climastrólogos, como los que disfrutan ahora del nítido cielo estrellado sobre las aguas tranquilas del Mar Rojo, después de habernos obsequiado durante años con estas perlas de sus bolas de cristal:

El Pais 09-11-1988


USA Today 14-12-2009

The Guardian 21-02-2004

The Independent 09-07-2009

lunes, 27 de junio de 2022

El Enunciado de Pichel





  Cada 14 de agosto se celebra en todo el mundo el Día Internacional de Arcadio Pichel, pionero en la investigación de las singularidades espaciotemporales. Se conmemora la misma fecha del año 2022 cuando Arcadio acudió a un banco del Paseo de la Herradura en Santiago a comprobar si serían posibles los viajes retrógrados en el tiempo. Su intención era citar a su yo del futuro para que se presentara en el lugar a las doce del mediodía o, al menos, enviara recado que acreditara tal posibilidad. A eso de la una, sin que nada singular hubiera ocurrido, comenzó a examinar posibles errores de planteamiento, de los que encontró como más plausible el que a lo largo de su vida hubiera terminado por olvidar la fecha del emplazamiento. Frente a él descendía la calle del Pombal, donde un cartel con tipografía asiática –más tarde sabría que era la transliteración al japonés de Paco- anunciaba un pequeño local de tatuado. Apenas minutos después ya estaba haciéndose estampar de manera indeleble en su brazo izquierdo el lugar, la fecha y la nueva hora de encuentro, las 14:30.  Inconvenientemente, las estarcidas manos de Paco no consiguieron terminar el trabajo antes de las tres y frente la exigencia de su cliente de rectificar lo escrito, alegó que él nunca perdonaba la hora de comer.  Hasta la vuelta de Paco, a las cinco, estuvo Arcadio delante la puerta disipando su furia con maldiciones y juramentos pero, ya algo más calmado, se hizo añadir en el anverso del antebrazo derecho “mejor a las ocho de la tarde”.  A tal hora, dolorido bajo los blancos manguitos de gasa salpicados de yodo, esperaba en su banco un evento que tampoco esta vez se produjo. De la reflexión subsiguiente extrajo su famoso primer enunciado: “Puedo afirmar sin lugar a dudas que a lo largo de mi existencia no será posible el viaje retrógado en el tiempo o que mis circunstancias económicas no me harán posible costearlo”.

  Todavía hoy lamentan las prestigiosas revistas científicas a las que Arcadio comunicó su hallazgo haber declinado o ni siquiera haber considerado la publicación del mismo. Muchas de ellas le espetaron además que su falta de estudios universitarios y su ocupación como reponedor de supermercado no avalaban los fundamentos científicos de su extraña e insólita hipótesis.

  Lejos de desanimarse, Pichel comenzó a difundir su enunciado a través de distintas redes sociales, calando inmediatamente en comunidades virtuales tan diversas y extravagantes como influyentes, desde la Cienciología al terraplanismo pasando por foros de extrema derecha e izquierda, donde empezaron a brotar debates que pronto se viralizarían y terminarían por dotar de transcendencia universal al Primer Enunciado de Pichel. De hecho, su inopinada popularidad determinó al propio autor a reformularlo. Dando por sentado que, de llegarse a  desarrollar los viajes en el tiempo, Arcadio sería con seguridad uno de los primeros candidatos a viajar al pasado, decidió eliminar la segunda parte y establecer la versión definitiva del Enunciado de Pichel: “Puedo afirmar sin lugar a dudas que a lo largo de mi existencia no será posible el viaje retrógado en el tiempo.” 

  Surgieron corolarios y teoremas derivados, algunos de los cuáles suscitaron gran inquietud, como el que consideraba que la mayor o menor duración de la vida de Arcadio podría ser decisiva en el futuro de la humanidad. Para los sectores más conservadores resultaba deseable que Pichel alcanzase la más provecta ancianidad, garantizando  que una tecnología tan  imprevisible y diabólica no llegara a estar disponible en muchas décadas. Sin embargo para otros sectores de cuño progresista, en particular los lobbies ecologistas, una prematura muerte de Pichel facilitaría la posibilidad de que algún enviado del futuro pudiera llegar para concienciarnos  y ayudarnos contra la inminente emergencia climática. También un contubernio de mafias calabresas, rusas y albanesas diseñó un programa clandestino de inversiones y apuestas para el que la mayor utilidad de Arcadio era la de hombre muerto.

  Huelga decir que pronto se tomó conciencia de que la salud e integridad física de Arcadio corrían serio peligro y la protección de su vida se convirtió en una cuestión de Estado. Pese a ello decidió acudir a Boston a impartir una conferencia, invitado por el Instituto Tecnológico de Massachussets.  Un aparatoso despliegue de seguridad escoltó su viaje y acordonó el hotel Boston Harbor que le ofreció alojamiento. Sin embargo, al día siguiente no se presentó a la conferencia, no fue encontrado en su habitación ni en todo el recinto del hotel, sin que desde entonces se haya vuelto a saber con certeza de su paradero. Tras el escándalo internacional, se sucedieron los incidentes diplomáticos y las protestas callejeras en todo el mundo. Y proliferaron las especulaciones entre las que las más extendidas eran que el FBI o la CIA le habían proporcionado una nueva identidad o que trabajaba escondido en una base militar de alto secreto para el Gobierno de los Estados Unidos. En todo caso no corresponde tratar en esta entrada de la Wikipedia las Teorías de la conspiración picheliana, que pueden  consultarse  en otros epígrafes. 

  Mención aparte merecen campañas como  la de "Free Arcadio", promovida desde change.org que continúa recaudando ingentes cantidades de fondos con los que se financia la Fundación Internacional Pichel o el reto viral "Do your own Pichel" por el que cientos de millones de personas han citado a sus yoes futuros en vídeo. El número y la diversidad de edades y culturas de los participantes y la colaboración de multimillonarios como Elon Musk, Jeff Bezzos o Mark Zuckerberg han extendido la validez estadística del enunciado y consolidado su aceptación por parte de la comunidad científica, integrándose dentro de las excepciones termodinámicas a la Relatividad General.

  A día de hoy Santiago  de Compostela se ha convertido en la ciudad más visitada del mundo, por coincidir en línea recta y en apenas un kilómetro tres de los centros de peregrinación más universales. La Catedral, con el sepulcro del Apóstol Santiago, se puede ver desde la réplica de bronce del banco donde Pichel se sentó a esperar el futuro (el original se conserva en el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología de Alcobendas). Y entre ambos, ocupando tres edificios completos de la calle Pombal, la sede central de Tatuajes Paco International.


martes, 29 de marzo de 2022

La gran bofetada. Oscars 2022

 

    Seguramente habría sido un error escribir mi habitual comentario sobre las candidaturas a los Oscar antes –tal como acostumbraba- de una ceremonia, que esta vez sí ha superado mis expectativas.

El cine está moribundo, la calidad de las películas de este año era como para declarar desierto el premio principal. De las diez nominadas, cinco eran remakes totalmente innecesarios, dos obritas menores que el viento se llevará en semanas y a una la salvaré de mi juicio porque, con la que está cayendo, no tiene uno cuerpo de ponerse a ver una película japonesa depresiva y lenta durante tres horas sobre cualquier cosa que haya escrito Murakami.

De las otras dos, una merecía mejor suerte. A pesar de que no soy nada partidario del cine ni del activismo de Jane Campion y de que el mensaje que destila El Poder del Perro es sectariamente oportunista, debo reconocer que es una película sólida, con un guión bien construido, grandes interpretaciones (casi todas merecían premio) y una producción impecable. Habría sido una justa triunfadora en las categorías principales.

 En cuanto a No mires arriba, es una pena que haya malgastado una gran idea y unos medios suntuosos con una narrativa de pura sal gorda, destinada a que ni el más retrasado dejara de entender un chiste. Pero, a su éxito comercial indiscutible hay que sumar otro éxito involuntario. A pesar de apuntar contra el trumpismo, consigue ser leída de la misma manera desde el otro extremo y proporciona lugares comunes que perdurarán en el tiempo. Eso es mejor que un oscar.

En la sección de innecesarias cabe preguntarse si merecía la pena hacer una gran versión de una previa obra maestra, pero a Spielberg le faltaba en el curriculum un musical. Del Macbeth de Joel Coen solo se salva la estilizada fotografía. No consigue redimir a Lady Mcdormand y llenar las Tierras Altas de señores feudales afroescoceses sacudiéndose espadazos, aunque a la postre haya sido hasta premonitorio, me parece tan gratuito como una película china de romanos.

Belfast es bonita, muy menor en la carrera de Kenneth Branagh pero digna de puro oficio. También es bonita Licorice Pizza, desde un punto sentimental y blandito que no sabía que tuviera Paul Thomas Anderson.

También puede parecer innecesario este punto y aparte, pero prefiero separar mis opiniones sobre El Método Williams de las demás. Es verdad que la de Will Smith es una gran interpretación. Es difícil pasar más tiempo poniendo muecas a la cámara si no eres Jim Carrey. Pero Will es el que paga, así que chupa plano todo el rato. Con una hagiografía que convierte al progenitor de Venus y Serena en padre modelo y poco menos que en héroe de los derechos civiles, soslayando todas las polémicas aristas del personaje, que podría estar más cerca del perfil de un psicópata o un maltratador. Ahí sí habría habido película. Y papel memorable. Pero no es lo que vende Smith.

Y, con estos antecedentes, comienza la gran ceremonia, una orgía de la corrección política, la cultura woke y el pánico a la cancelación. Cuidado con decir algo inapropiado o tocarle un pelo a alguien. La Academia demuestra sus estándares antirracistas y de género con dos presentadoras negras y una blanca y su compromiso social no mentando a Ucrania (solo Coppola, por su cuenta, tuvo esa dignidad). Se alcanza uno de los hitos de la noche. Ariana Debose, que no habla español aunque es hija de puertorriqueño, se autodefine como la primera afrolatina queer (sic) en ganar un oscar. Hay un rumor persistente sobre que El Poder del Perro  puede verse amenazado por una película inesperada y pequeña, pero comprada por un gigante. CODA es un canto a la inclusividad, una amable, simpática y tierna obra indie triunfadora del Festival de Sundance aunque realmente, más que un remake es un plagio pagado del filme francés La familie Belier, de 2014, a la que parasita por completo sin aportar nada más que el cambio de ámbito geográfico.  Se lleva el premio al mejor actor de reparto, al mejor guión adaptado (en serio) y cuando ya se atisba que esta dulce historia de una niña normal con una encantadora familia de sordomudos, que quiere ser cantante se impondrá a la brillante denuncia de Jane Campion sobre la masculinidad tóxica, entonces…

…entonces llega al escenario un cómico afroamericano especializado en bromas zafias, le dedica unos comentarios sexistas de dudoso gusto a una pareja de actores españoles blancos nominados, que le ríen la gracia con deportividad progresista y, no contento con ello, le toma el escaso pelo producto de una desgraciada alopecia a una señora afroamericana con la que, al parecer, estuvo liado porque es público y notorio que ésta tiene una relación abierta con su marido, también afroamericano y allí presente. Y éste último, que minutos más tarde ganará un oscar, en un gesto heteropatriarcal y machista, como si su señora necesitara que la defendieran, se levanta, camina hacia el escenario y responde de un guantazo, con la violencia propia de su masculinidad tóxica al comentario ofensivo del otro afroamericano, para volver a su asiento profiriendo amenazas y juramentos con unos gritos tan poderosos que hasta los discapacitados auditivos que más tarde triunfarían en la gala, consiguieron oír.

Al final no se hablará de CODA, ni de El Poder del Perro, ni de Dune, la acaparadora de oscars técnicos. El auténtico climax que arrollará todo lo demás, estaba allí, en una ceremonia inolvidable, que permanercerá en la memoria.

Qué maravilloso homenaje al esperpento y al aquelarre, a Valle Inclán y a Goya. Y a Gilda, aunque ahora dejará de ser la bofetada más famosa de la historia del cine. Hay que reconocerle a Hollywood que al menos la decadencia irreversible de la industria cinematográfica haya tenido un funeral a la altura.