sábado, 23 de febrero de 2019
Oscars 2019. Mejor en blanco y negro
El subtítulo de esta entrada podría haber sido también: Roma, Cold War y todo lo demás, porque, entre las películas que concurren este año a los premios de la Academia, hay dos que comparten el hecho de estar rodadas en lengua no inglesa, en blanco y negro y ser indiscutibles obras maestras a una sideral distancia artística del resto.
Cold War, del polaco Pawel Pawlikowsky es, sin duda, la que más me ha emocionado. La extremada belleza de su narrativa, sin la menor concesión a lo superfluo y una fotografía que habría firmado el mismo Caravaggio, al servicio de una poética historia de amor con un final descomunal, dejan esa impresión permanente en la memoria, propia de las obras maestras.
Y, aunque compite en tres categorías, lo más probable es que se vaya de vacío porque en todas ellas se encontrará con otro film inconmensurable, la Roma de Alfonso Cuarón.
Pocas dudas caben de que el mejicano terminará acaparando los dos premios gordos -película y director- y acaso también el que se entrega a la mejor fotografía. No en vano Cuarón construye un fresco monumental, una capilla sixtina en blanco y negro del imaginario del D.F. de su infancia. En la que conviene pararse a apreciar el detalle, de ahí su ritmo lento pero implacable, porque aun cuando parece que no pasa nada, pasa todo.
En otra liga se dirimirán las categorías actorales. Sobresalen en la categoría de actor principal dos buenas imitaciones (Freddie Mercury/Rami Malek y Dick Cheney/Christian Bale) y una verdadera interpretación, la de Viggo Mortensen en la simpática y amable Green Book (Miss Daisy ahora se sienta delante). Seguramente el oscar será para Malek (no sé si la insustancial Bohemian Rhapsody iba hacia alguna parte antes de que despidieran a su director Brian Synger, pero el mito de Queen es poderoso) y el buen trabajo de Bale se resentirá del ritmo atropellado de Vice, que aturde bastante.
El premio al actor de reparto parece cantado para el negro que ahora se sienta detrás en el coche de Miss Daisy, el ya oscarizado por Moonlight, Mahershala Alí. Tan solo se lo discute otra buena imitación de Sam Rockwell en Vice en el papel de George W. Bush, algo corto -el papel, digo- para repetir el éxito del pasado año.
No dudo de que también levantará su estatuilla a la mejor actriz principal Glen Close que, desde la contención, compone una interpretación poderosa -bien secundada por Johnatan Pryce- en La buena esposa, de más valores teatrales que cinematográficos. Dejará atrás a Olivia Colman, meritoria reina Ana de La Favorita. A cambio, la vanguardista y preciosista película del griego Lanthimos -también algo excesiva y al borde de la ida de olla- triunfará en bastantes de sus diez nominaciones, entre ellas quizá la categoría de mejor actriz de reparto donde coloca a Rachel Weisz y Emma Stone. Aunque siempre puede volver a dar la sorpresa Regina King, como en los Globos de Oro. Parece el oscar más incierto.
No dejaré de mencionar las otras tres películas que compiten en la categoría principal. A star is born no debería de pasar de llevarse el premio a la mejor canción por "Shallow". El pasteloide a mayor lucimiento de Cooper y Gaga no da para mucho más. Vale, uno canta y la otra actúa. Siguiente.
Lo de Spike Lee y su Infiltrado en el Ku Klux Klan es el enésimo ejemplo de como malograr su inmenso talento cinematográfico al servicio de su sectarismo panfletario. No sé si es posible redondear una obra a la altura de su genio y a la vez querer ser el Michael Moore negro. Un ágil guión -que puede ganar el oscar- y su magnífico pulso narrativo y gamberro lo despilfarra con su habitual maniqueísmo racista y la soberbia de una pretensión moralizante y salvapatrias que le quita buena parte de la gracia.
Y ya metidos en afrosupremacismo políticamente correcto, no consigo entender que Black Panther sea la primera película de superhéroes que entra en la categoría reina. No puedo decir que es un bodrio, porque apenas he aguantado veinte minutos de visionado, pero se me ocurren unas cuantas bastante más dignas. Me malicio de que será por lo original de rodarla solo en negro. Pero, como ya he dicho, este año no hay color y, acaso como póstumo homenaje al finado Karl Lagerfeld, se llevará el blanco y negro.
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Magnifico análisis de Jose Quinoy con una discrepancia. No creo en absoluto que Bohemian Rhapsody sea insustancial. Como comenté el día que la vi, me parece la mejor película que he visto en mucho tiempo. Será que yo voy al cine buscando otras cosas, pero esta película consiguió que mi mente volviese más de dos décadas atrás. Consiguió avivar recuerdos que guardaba en el disco duro de mi cerebro. Todo ello rodeado de una magnífica puesta en escena, de una música excelente y de una interpretación inigualable del actor que encarna a Freddie Mercury. ¡Ojalá gane todos los Oscar!
ResponderEliminarMe he olvidado de firmar, soy un compostelano español...
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