martes, 26 de abril de 2011

Indignaos

Un fantasma recorre Europa. Por el ruido de cadenas oxidadas, el tufo a alcanfor y la sábana amarillenta, parece que hubieran sacado en procesión de Semana Santa al viejo Manifiesto Comunista de Marx y Engels. Pero no, el best seller del momento -el panfleto Indignaos de Stéphane Hessel- pretende ser un renovado azote de las conciencias, con la oportuna puesta al día de los valores tradicionales de la izquierda en plena crisis de capitalismo feroz y desbocado. Y lo consigue. Más que un anticuado fantasma, se revela como un modernísimo zombi, uno de esos muertos vivientes de rabiosa actualidad que pueblan la no menos exitosa serie The Walking Dead. Y a la llamada del panfleto, legiones de intelectuales revenidos de la más casposa izquierda se han levantado de debajo de los cascotes del Muro, con los mismos andares extraviados y la mirada hueca que los zombis de la serie, dispuestos como éstos a chupar los sesos de quien se encuentren, que parece lo suyo en un zombi.
El autor de todo este revuelo, el venerable Stéphane Hessel, fue un destacado miembro de la Resistencia Francesa, colaboró como asistente de los redactores de la Declaración Universal de Derechos Humanos y ha sido durante muchos años diplomático francés ante la ONU. Desde luego, dispone de una amplia perspectiva sobre la historia del siglo XX, que pretende aportar como hoja de ruta para la reacción de una sociedad adormecida ante los abusos de los poderes económicos y financieros (el capitalismo de toda la vida, vaya) de este siglo XXI entrado en crisis. En su opinión resulta más difícil a los jóvenes de hoy identificar a los equivalentes de los malvados de épocas anteriores (Hitler, Mussolini, Franco y el fascismo en general) para poder rebelarse contra ellos. Bien es verdad que censura un poquito a Stalin, como único borrón del socialismo, pero, de inmediato, designa como herederos del fascismo (a modo de únicos ejemplos) a G. W. Bush, el Estado de Israel y el neoliberalismo. Ya supongo yo que a los 94 años la memoria es esquiva y figuras del pasado como Mao, Ceaucescu o Pol Pot no vienen de inmediato a la cabeza. Ni la China actual, Corea del Norte, Cuba o Irán. Pero al menos -y esto es encomiable- sostiene que en estos tiempos la reacción contra los malvados debe ser firme pero no violenta. Y aunque el panfleto tiene la vocación de recuperar perdidos valores éticos, el rechazo de la violencia se sustenta en razones de eficacia. No acaba de descolgarse de su maestro Sartre, cuando se muestra comprensivo con la violencia de Hamás, pero no con la de Israel. Persevera en la perversión de considerar legítimas unas violencias frente a otras, hasta contradicciones tan flagrantes como este párrafo de su manifiesto: " Evidentemente, pienso que el terrorismo es inaceptable, pero hay que reconocer que cuando se está ocupado con medios militares infinitamente superiores a los nuestros, la reacción popular no puede ser sólo no-violenta." Pese a todo llama a la insurrección pacífica por razones prácticas: "El terrorismo no es eficaz. En la noción de eficacia, es necesaria una esperanza no-violenta".
Propone Hessel como modelos de esta reacción a figuras como Mandela y Martin Luther King. Es de agradecer que se haya ido metiendo en el armario al prototipo de revolucionario romántico levemente genocida del Che Gevara, pero también se podía haber acordado de Andrei Sajarov o del todavía preso y vigente Nobel de la Paz Liu Xiaobo. Ay... la memoria.

En fin. Me resulta tan inquietante como a Hessel la falta de reacción de la sociedad ante la crisis galopante de la que ya hablé en la anterior entrada al hilo del documental Inside Job.  Pero la comprendo. Bastante mejor de lo que comprendo las supuestamente comprensibles violencias terroristas. La solución que apuntan tanto Hessel como sus prologuistas internacionales (recién exhumados del cementerio intelectual de la izquierda tradicional) es más política, un mayor protagonismo de los poderes elegidos frente a los no elegidos (económicos y financieros) como si quedaran algunos de aquellos sin corromper por éstos. Precisamente las viejas recetas retóricas carentes de autocrítica que todavía enarbolan partidos a la izquierda y a la derecha, mientras se dejan financiar y jubilar por el mejor postor bancario o empresarial, son las que desconciertan a los nuevos proletarios del mundo. No es extraño que cada vez más países acaben presididos por frikis populistas. Y no solo en America Latina. Usan la misma doctrina maniquea y sectaria de buenos y malvados que impregna el panfleto que nos ocupa. Una doctrina inservible, por cierto, para manejarse en la actual ola de revoluciones en el Mundo Árabe. Si no está por medio Israel o Estados Unidos, a la izquierda europea le cuesta bastante encontrar a los malos.

Imagino que no le parecerá mal al señor Hessel que deje aquí el enlace para quien quiera leer en pdf las diez o doce páginas con letras de a metro (no más de tres o cuatro folios) en que consiste su panfleto. Cinco euros por el libro me parece otra forma de abuso y más de dos millones de ejemplares vendidos le aseguran ya una confortable vejez y un buen pellizco a sus herederos. Vaya, por no indignarse también por haberlo comprado.

2 comentarios:

  1. ¡Que malo eres! Pobre Hessel.Leí sus cuartillas aunque sin la acidez crítica con la que tu lo hiciste. Y siento no poder rebatirte ninguna de tus argumentaciones.Pero deja que nos engañemos de vez en cuando y pensemos que sí, que esto se puede cambiar y que sí, que los jóvenes(menores de 46...)piensan en algo más que en salvar sus respectivos traseros(aunque hay que reconocer que con la crisis actal hasta eso lo tienen difícil).
    Eres como el niño de clase diciendo a todos sus compañeros que los Reyes son los padres.
    Un abrazo cariñoso
    Angel Etxaniz

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  2. Vaaaale, rectifico. Los Reyes son unos magos, que vienen de Oriente, de algún lejano emirato, con sus jequesas embutidas en recatados trajes de alta costura y traen regalos a las cajas de ahorros, al Barça y a Iberdrola, mientras se llevan nuestra deuda, les hacemos la pelota y siguen tiranizando impúnemente a sus súbditos.
    Ya molaría que fueran los padres :-)
    Un abrazo, Ángel

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